Los Nava: Guardianes de una tradición en San Andrés Azumiatla
Entre las colinas de San Andrés Azumiatla, un oficio ancestral sigue resistiendo el paso del tiempo: la venta de tierra. Lo que para algunos podría parecer una labor menor, para Melquiades e Isauro Nava es un legado familiar, una forma de vida que han mantenido a lo largo de los años, enfrentando los retos de la modernidad.
En el barrio de San Nicolás Coatepec, el nombre de los Nava es sinónimo de esta tradición. Quienes los buscan solo necesitan preguntar por los vendedores de tierra y la respuesta es inmediata: “Son los Nava”. Desde su hogar en la calle Pedregal, reciben con hospitalidad a quienes llegan en busca de un costal de tierra para embellecer jardines y macetas.
Cada día, con las primeras luces del alba, los hermanos emprenden su jornada en el cerro Nanahuachi, su segundo hogar, ubicado a una hora y media de distancia. Con manos curtidas y rostros marcados por el sol, extraen la tierra que será su sustento. Cada costal que llenan es una muestra de esfuerzo y conexión con el suelo que los ha visto crecer.
Acompañados de Pardo, su burro de carga, los Nava recorren largas distancias hasta las colonias del sur de la ciudad, donde las amas de casa son sus principales clientas. Sin embargo, el negocio es incierto. Aunque venden los bultos de tres kilos en 50 pesos, muchas veces terminan cediendo a 35, y en un buen día logran colocar apenas de 10 a 12 costales. “A veces no llegamos a ganar ni 500 pesos”, confiesan.
El oficio, que durante generaciones ha sido su sustento, se enfrenta a la amenaza del cambio. Los viveros han comenzado a dominar el mercado, reduciendo la demanda de tierra natural. Sin embargo, Melquiades e Isauro no se rinden. “Mientras tengamos nuestro terreno y compradores, seguiremos saliendo”, afirman con determinación.
Más que un trabajo, la venta de tierra en San Andrés Azumiatla es un acto de resistencia y un tributo a sus raíces. Mientras haya tierra que recoger y un burro que cargar, los Nava seguirán caminando, llevando consigo un pedazo de historia y de su hogar.