La tierra que guarda secretos: Palmar de Bravo y el hallazgo de una fosa clandestina

La tarde del 5 de mayo, el silencio del paraje Rancho de San Javier, en el municipio de Palmar de Bravo, fue roto por la presencia de uniformados municipales. Habían encontrado algo que, en esta región de Puebla, se teme con solo pensarlo: una fosa clandestina.
Entre la maleza y la tierra removida, las huellas eran claras. Los policías no tardaron en reportarlo a la Fiscalía General del Estado. Sin embargo, pasaron las horas. Cayó la noche. Llegaron los agentes ministeriales, pero con ellos no llegaron ni la luz ni el equipo técnico. La escena quedó suspendida en el tiempo, con la promesa de que «mañana se trabajará».
A esa misma tierra llegaron madres, padres, hermanos. Personas que no saben dónde están los suyos, que han buscado en hospitales, cárceles, calles. Algunos pensaron que podrían ver algo, algún indicio que les devolviera una pizca de certeza. Pero no hubo respuestas. Solo cintas amarillas, policías en guardia, y una espera más.
El terreno fue acordonado por la Policía Municipal. El camino que une a Rancho Verde con Santa Ana se convirtió en frontera entre la esperanza y la desesperación. Y mientras las autoridades anunciaban que el 6 de mayo iniciarían las diligencias junto con la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado, en Palmar de Bravo se respiraba otra noche de incertidumbre.
No es la primera vez. No será la última si no se actúa con rapidez, sensibilidad y contundencia. En esta tierra, la impunidad también se entierra.