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El Citlaltépetl bajo lupa: señales de actividad volcánica reavivan estudios geofísicos.

El Pico de Orizaba, también conocido por su nombre náhuatl Citlaltépetl (“Cerro de la estrella”), ha despertado un renovado interés en la comunidad científica tras recientes reportes de actividad sísmica y glacial que podrían señalar el inicio de una fase eruptiva temprana.

Investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM han estado monitoreando al coloso desde mediados de 2024, cuando comenzaron a detectarse sismos de baja magnitud alrededor de su cráter, acompañados de un notable retroceso del glaciar Jamapa, una importante reserva natural de agua.

Los análisis sugieren que el derretimiento podría estar vinculado no solo al cambio climático, sino también al calor geotérmico creciente en el interior del volcán, un posible indicio de movimiento de magma hacia la superficie.

Estos nuevos datos han abierto la puerta a investigaciones multidisciplinarias que combinan geología, climatología y riesgos naturales, y han llevado a que autoridades y universidades incrementen sus protocolos de observación satelital y en campo.

Aunque aún no hay indicios claros de una erupción inminente, la situación subraya la importancia de mantener la vigilancia activa sobre los volcanes considerados “dormidos”, pero que siguen siendo potencialmente peligrosos.

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